Monseñor Arellano junto al Vicario Silvino Mina |
"Sentí miedo porque no estaba preparado para ser obispo. Fui mi primer sentimiento que no puedo negarlo", manifestó Monseñor Eugenio Arellano, al recordar sus dos décadas como obispo de la iglesia católica de Esmeraldas.
Luego
que dejó la docencia, ingresó a estudiar Teología, en la Universidad
Católica de París Después de su graduación lo asignaron en Barcelona,
para trabajar con jóvenes con vocación al sacerdocio.
Eugenio
nació en Corella (Navarra 1944). Llego a Esmeraldas en 1977 y trabajó 4
años en San Lorenzo, en
el noroccidente de Ecuador, frontera con Colombia. Después en Viche
(Quinindé) y pasó a trabajar con los seminaristas en la iglesia Santa
Marianita, en la capital esmeraldeña, donde conoció al actual segundo
vicario Silvino Mina.
A su retorno a París, se integró en
la Misión Comboniana y en 1995, el Papa Juan Pablo II, lo designa como
obispo vicario de Esmeraldas. Comenta Arellano Fernández, que
inicialmente no le firmó la carta del Sumo Pontífice, hasta tener la
autorización de su congregación católica.
Pero la
insistencia lo obligó a firmar y regresar de nuevo a la provincia
"verde", la que conoció en una biblioteca de España, que tenía una
refinería y habitantes afroecuatorianos, con los cuales trabajó como
misionero, junto a la nacionalidad chachi, awá y epera, en su primera
estadía.
Eugenio aseguró: “ Que Esmeraldas es un
pueblo gozoso de su dignidad y libertad. Es un pueblo altivo y jamás
humillado”. Le gusta estar cerca de sus conciudadanos y por eso no duda en salir a
la calle para organizar y encabezar manifestaciones a favor de los
derechos de los más pobres.
En 1996 participó en una de estas movilizaciones, luego del dantesco incendio que cobró víctimas por el derrame de derivados de crudo de la Refinería de Esmeraldas.
También ha criticado la tala de los bosques, la minería legal e ilegal, reclamo de servicios básicos, aunque ello le suponga criticas o acusaciones por parte del poder. Su lenguaje es claro y directo, denunciando las injusticias que ve y buscando siempre caminos de reconciliación.
En 1996 participó en una de estas movilizaciones, luego del dantesco incendio que cobró víctimas por el derrame de derivados de crudo de la Refinería de Esmeraldas.
También ha criticado la tala de los bosques, la minería legal e ilegal, reclamo de servicios básicos, aunque ello le suponga criticas o acusaciones por parte del poder. Su lenguaje es claro y directo, denunciando las injusticias que ve y buscando siempre caminos de reconciliación.
Su mayor empeño es promover y defender los derechos de los
afroecuatorianos. Una prueba de ello es la publicación en el 2009, en
colaboración con el Centro Cultural Afroecuatoriano, de la “Enciclopedia
del Saber Afroecuatoriano”. Es una recopilación de materiales educativos y
pedagógicos que giran en torno a la historia, la identidad cultural y
los saberes tradicionales de las comunidades negras de Ecuador.
También
en bajar las tensiones y desmovilizar a grupos juveniles en delitos,
reagrupar a las familias y ampliar la educación laica a las comunidades
de la zona norte. Para cubrir la demanda de profesores del Ministerio de
Educación, en Eloy Alfaro y San Lorenzo, que se autocambiaron, se
designó a 218 docentes que residen en la comunidad.
Además,
creación de establecimientos escolares laicos, un hospital, entre otros
servicios. Cuando estuvo delicado de salud y fue intervenido con
cirugía de la hernia, monseñor Arellano se la realizó en el hospital
Delfina Torres, donde estuvo internado para su recuperación.
Arellano
se siente esmeraldeño y asegura que no regresará a su país, porque está
cumpliendo con el legado que dejaron sus antecesores obispos Ángel
Barbizotti y Enrique Bartolucci (fallecidos) (I)
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